jeudi, 21 décembre 2006
Rafael José Diaz, Goretti Ramirez (in Casse n° 19-20)
DEUX POETES DE PARADISO
(dossier préparé et présenté par Jean-Gabriel Cosculluela)
Mai 1993. Je reçois plusieurs lettres de Santa Cruz de Tenerife. Rafael José DIAZ (directeur de publication) et Alejandro KRAWIETZ (secrétaire de rédaction) m'invitaient à collaborer au pli de littérature Paradiso dont le premier numéro venait de sortir des presses. En donnant quelques textes inédits, mais aussi en incitant des écrivains français à adresser leurs textes à Paradiso.
A l'origine de ce pli de littérature qui en est à son dixième numéro, il y a un ami, Andrés SANCHEZ ROBAYNA, auteur de Clima, Tinta, La Roca (qui vient d'être traduit par Jacques Ancet aux éditions Comp' act) , La Luz negra, Palmas sobre la losa fria, Fuego blanco. Aux Iles Canaries, depuis de nombreuses années, Andrés SANCHEZ ROBAYNA ouvre l'espace insulaire : "Seuls les nomades savent transformer le silence en forme de vie" dit Edmond JABES. De Tenerife, SANCHEZ ROBAYNA ouvre la langue espagnole à des poétiques de rupture, à l'invention précise et nécessaire de la langue après les ruines et les provincialismes inutiles.
A sa suite, les écrivains de Paradiso (Melchor LOPEZ, Francisco LEON, Alejandro KRAWIETZ, Goretti RAMIREZ, Rafael José DIAZ, pour ne citer que ceux-ci) relisent la poésie de langue espagnole contemporaine (Juan Ramon JIMENEZ, Maria ZAMBRANO, Jorge GUILLEN, José LEZAMA LIMA, Octavio PAZ, José Angel VALENTE...) et tout autant Teresa de AHUMADA, Juan de LA CRUZ, Miguel de MOLINOS... Ils relisent la poésie étrangère contemporaine (Fernando PESSOA, Edmond JABES, Paul CELAN, Yves BONNEFOY, Jacques ROUBAUD...) et tout autant Guilhem de PEITIEU, BASHO, BUSON, ISSA...
Les écrivains de Paradiso inventent la langue à la lecture du paysage canarien (méditation de l'espace, lumière, matière spirituelle). Ils inventent la langue à la géographie nomade de leurs lectures et de leurs traductions.
A demeure, à passage : la pierre du seuil est le chant sur le seuil.
Avant tout, les écrivains de Paradiso et, parmi eux, Goretti RAMIREZ, Rafael José DIAZ, nous donnent l'écriture comme un lieu où trouver nos absences. Que reste-t-il à écrire ? Dans l'espace insulaire - tout écrit est insulaire - "l'auteur est un lecteur" dit Andrés SANCHEZ ROBAYNA. Un lecteur de forme de vie. L'espace insulaire définit le regard. "Imaginer un langage signifie imaginer une forme de vie" dit Ludwig WITTGENSTEIN.
A Paradiso, Tenerife, le blanc de la page est rupture et énergie : l'écrivain s'y abandonne, près de la mer d'encre, pour renaître lecteur.
Jean-Gabriel COSCULLUELA
Villevocance, 25 octobre 1995.
A consulter :
- Andrés SANCHEZ ROBAYNA, Contra el provincianismo (entretien avec J .G. Cosculluela) in magazine QUIMERA n° 45 (Barcelona, 1985)
- Andrés SANCHEZ ROBAYNA, Paradiso : siete poetas (antologia) Ed.
Syntaxis (Tenerife, 1994)
A paraître :
AIRES n° spécial poésie canarienne contemporaine Insula (choix critique de J.G. Cosculluela et divers traducteurs : Joséphine Philippot, Annie Salager, Roberto San Geroteo...) en 1996.
***
LE CHANT SUR LE SEUIL (extraits)
Rafael José DIAZ
Para J.A.
la luz que en este poema yace
ilumina tu cuerpo ausente o es la luz
que brota de tu cuerpo ausente
la que ilumina este poema en que tu yaces ?
*
(Stevens - Valente)
palmera fulgente al final de la mente
quieto pajaro oscuro en borde de luz
palabra extraviada : sacala del ambito
(dila) y desfloraras ese arbol de fuego
*
el libro de la luz abierto
por la pagina en que el cuerpo sale
del oscuro cuarto sin tiempo
y descubre a la madre que lee
la blancura del dios sobre las sabanas
*
Para Régulo
arbol vacio luz casa
sombra sobre el umbral
trasluz sueno ojo llameante
*
El duelo de la sombra, no lo ves
en esta hora de quietud, sobre las ramas,
venir hasta nosotros, despojarnos de la luz
en que hasta ahora viviamos ? Me pregunto por el nombre
de esa sombra, por su materia impalpable,
por su soplo que llega hasta lo hondo
de nuestro cuerpo. Me pregunto por la silueta
del nombre de esa sombra, por el centro oscuro
que genera las voces que ahora oimos.
Esta hora de quietud en la noche,
las ramas resguardadas bajo un manto
de transparencia, el duelo de la sombra,
no son, dime, los nombres que ahora
nos cubren ? En este lugar de oscuridad,
desnudos bajo la piel que se abre a lo impalpable,
no sabemos nuestros nombres. Somos
la olvidada descendencia de la sombra.
*
Para Paco Leon
Pronunciaba el poema en la casa vacia.
Dejé de leer. Medité sobre esas palabras que entraban en el aire.
Vi el aire entre los muebles, entre mis manos, entre las paginas del libro.
Ahora escribo otras palabras en la casa vacia.
Entran y salen deI aire, viven en la transparencia.
Mis manos se reflejan en mis ojos
mientras leo esta pagina que escribo.
*
Traduction : Jean-Gabriel Cosculluela
Pour J .A.
La lumière qui gît dans ce poème
illumine-t-elle ton corps absent ou la lumière
qui sourd de ton corps absent
illumine-t-elle ce poème où tu gis ?
*
(Stevens - Valente)
Palmier éclatant au bord de la pensée
oiseau tranquille obscur au bord de la lumière
mot perdu : hors de l'enclos
(le dire) et dépouiller cet arbre de feu
*
ce livre de la lumière ouvert
à la page où le corps sort
de la chambre obscure sans heure
et découvre la mère lisant
la blancheur du dieu sur les draps
*
Pour Régulo
arbre vide lumière maison
ombre sur le seuil
contrejour rêve l'œil ardent
*
Le deuil de l'ombre, ne le vois-tu pas
à cette heure de tranquillité, sur les branches ?
Ne vient-il pas vers nous, nous dépouiller de la lumière
où nous vivions ? Je cherche le nom
de cette ombre, sa matière insaisissable,
son souffle qui va jusqu'au tréfonds
de notre corps. Je cherche la forme
du nom de cette ombre, le centre obscur
source des voix qu'à présent nous entendons.
Cette heure de tranquillité dans la nuit,
les branches sous un manteau
de transparence, le deuil de l'ombre,
ne sont-ils pas, dis-moi, les noms
qui nous taisent ? Dans ce lieu obscur,
nus sous la peau qui s'ouvre à l'insaisissable,
nous ignorons nos noms. Nous sommes
la lignée oubliée de l'ombre.
*
Pour Francisco Leon
Je lisais le poème à haute voix dans la maison vide.
Je cessai de lire. Je méditai sur ces mots qui entraient dans l'air.
Je vis l'air parmi les meubles, entre les mains, parmi les pages du livre.
J'écris à présent d'autres mots dans la maison vide.
Ils traversent l'air, ils vivent transparents.
Les mains se reflètent dans les yeux
cependant que je lis cette page où j'écris.
***
Tarde con pajaros
Goretti Ramirez
I
Por qué los pajaros vuelan siempre hacia la luz, te pregunté. Por qué no puedo leer tu nombre en este libro. Tu me miraste (agua, poema), pero estabas ausente. La brisa movio los arboles deI parque, y entonces yo miré a través de la cristalera. La ciudad seguia su ritmo habituaI, como si nada estuviera ocurriendo en ese momento : calles, adoquines, relojes, el puerto al fondo y un barco atracando. Por qué los domingos son de cristal. Volvi a escribir las paginas luminosas, las burbujas. Las fuentes que presenciaron tu apertura hacia la luz. La piedra. El vapor naciente y los espejos, siempre los espejos. Por qué. Tu continuabas alli, pensativo. Yo sentada frente a ti. El tiempo se habia detenido en aquella esquina exacta de la tarde, o quizas seguia fluyendo como la arena pero no lo notabamos. En cualquier caso, nunca logramos comprender qué era el tiempo, qué era aquella tarde, quiénes éramos nosotros. Tampoco comprendimos nunca la convergencia de las alas. Era como perdernos en las perspectivas infinitas de Velazquez (division de la luz : meninas), o intentar descifrar el vidrio de Marcel Duchamp. 0 como escuchar una vez mas aquel concierto para violin de Brahms (por qué siempre escuchaba a Brahms en momentos asi), o caer en la cuenta de que los acordes de Salvatore Accardo interpretando a Paganini se iban entretejiendo con la tarde, poco a poco, de un modo casi imperceptible pero formando un entramado que se elevaba sobre la ciudad.
II
Casi por casualidad abri el libro : verticalidad del dia, respirar el aire que me estaba respirando a mi. Busqué tu nombre entre sus paginas, pero comprendi que nunca lo hallaria porque estaba escrito en la lengua de los pajaros. La memoria 0 la hoja marchita. Luego lei que cruzabamos una puerta de hierro, dejando atras el ruido de la avenida bajo el sol. Llegamos al rectangulo preciso y en ese momento se nos lleno la vista de minutos. Cayeron lotos, salivas, paso una bicicleta pedaleando a través de la luz. Este es uno de esos lugares que estan y no estan, sentencio él. Entonces yo pensé de nuevo en el edificio de espejos o en aquellos extranos fotogramas de peliculas de Dreyer. Después todo habia sido visitar un santuario oriental y un museo de arte moderno (cabeza dada) y un mercado al aire libre, hasta que tu anunciaste : creo que me estoy evaporando. Por la noche soné que escribia un poema lleno de estanques y jardines, donde iba hilando con aire las letras de tu nombre. Luego escribi otro poema dentro de ese poema. Desperté y cerré el libro. Y si ahora me encontrara un loto sobre la mesa, entonces qué.
III
Ejercicio : En una tarde de domingo, descubrir los diferentes estratos en que se va disponiendo el silencio. La quietud de los parques. Las calles soleadas.
IV
Demasiada claridad para tomar un té : demasiado aire. Beber en esta taza las letras de agua de tu nombre. Qué voz o qué incendio nos estaran esperando mas alla de estos mimbres. Qué imanes. Cerrar los ojos y dejar que tu nombre penetre en mi, ah, finalmente. Tomar un té, dices, es en el fondo transgredir el tiempo.
V
Un reloj de sol es siempre un reloj de sol, dijiste. Seguias mirandome, fragil. Movias las manos mientras hablabas, gesticulando, moldeando el aire con ellas. Yo volvi a sostener en alto el vaso de agua con los bordes dorados. Tarde color de oro. Entonces senalaste de nuevo al parque, y hacia alli miramos. La fuente, estambres, un vendedor de globos, unos gemelos tomando sorbetes de limon. Prohibido pisar el césped. Luego rebasamos los limites deI parque hasta que se nos perdio la mirada al final de la ciudad, para desembocar una vez mas en el puerto y el mar. El mar que se fundia con el cielo. Por qué siempre al final miramos el azul. Senti sed. Oro y azul : aquellas postales de Gustav Klimt que él nos regalo después de su viaje : habia visto muchas cosas, nos conto. Trajo postales, gafas, peceras, flores secas, una cajita de musica. Sonreiste : dientes de caramelo. La tarde, mientras tanto, seguia girando sobre si misma, enroscandose en la luz.
VI
Interrumpi la lectura y miré a través de la ventana. La ciudad : libro de sol. Filtros, cristales, afiladores. Luego reparé en que abajo, en la calle, algunos pajaros picoteaban los escalones. Sus baldosas calcinadas. Los pajaros amarillos de Paul Klee, conjeturé. Uno de ellos, de pronto, volo hasta posarse en el alféizar de mi ventana. Yo me quedé quieta y simulé que leia. El pajaro, confiado, salto al centro de la pagina. En ese momento cerré el libro con decision y lo atrapé dentro. Desde entonces siempre leo ese mismo libro cuando tu no estas, pasando las hojas con mucho cuidado para evitar que se escape volando.
***
Après-midi, oiseaux
Goretti Ramirez
traduit de l'espagnol par Joséphine Philippot
I
Pourquoi les oiseaux volent-ils toujours vers la lumière, te demandai-je ? Pourquoi ne puis-je lire ton nom sur ce livre ? Tu me regardas (eau, poème), mais tu étais absent. La brise agita les arbres du parc, et, à ce moment-là, je regardai par la porte vitrée. Le rythme habituel de la ville se poursuivait, comme si rien n'avait lieu en ce moment : les rues, les pavés, les horloges, le port au loin et un bateau qui accostait. Pourquoi les dimanches sont-ils cristallins ? J'écrivisde nouveau les pages lumineuses, les bulles. Les fontaines qui furent témoins de ton ouverture vers la lumière. La pierre. La brume naissante et les miroirs, les miroirs toujours. Pourquoi ? Tu restais là, pensif. J'étais assise devant toi. Le temps s'était arrêté à cet angle exact de l'après-midi, ou peut-être continuait-il à couler comme le sable, mais nous ne nous en rendions pas compte. D'aucune façon, jamais nous ne pûmes comprendre ce qu'était le temps, ce qu'était cet après-midi, qui nous étions. Jamais non plus nous ne comprîmes la convergence des ailes. C'était comme s'égarer dans les perspectives infinies de Velazquez (division de la lumière, Menines), essayer de déchiffrer le vitrail de Marcel Duchamp, écouter une fois de plus ce concert pour violon de Brahms (pourquoi toujours écouter Brahms en de tels moments ?) ou se rendre compte enfin de ce que les accords de Salvatore Accardo interprétant Paganini s'entretissaient peu à peu avec l'après-midi, d'une façon presque imperceptible mais en formant un colombage qui s'élevait au-dessus de la ville.
II
J'ouvris le livre presque par hasard : verticalité du jour, respirer l'air qui me respirait. Je cherchai ton nom entre ses pages, mais je compris que jamais je ne le trouverais car il était écrit en langage d'oiseau. La mémoire ou la feuille fanée. Je lus ensuite que nous franchissions une porte métallique et que nous laissions derrière nous le bruit de l'avenue ensoleillée. Nous arrivâmes au rectangle précis et à ce moment-là, les minutes remplirent notre vue. Salive et lotus tombèrent, une bicyclette qui pédalait passa en traversant la lumière. Ce lieu est un de ceux qui sont et ne sont pas, affirma-t-il. C'est alors que je repensai à l'immeuble des miroirs et à ces étranges photogrammes des films de Dreyer. Ensuite, il avait été simplement question de visiter un sanctuaire oriental, un musée d'art moderne (qui débutait au mouvement dada) et un marché en plein air, jusqu'à ce que tu annonças : je crois que je m'évapore peu à peu. Cette nuit-là, je rêvai que j'écrivais un poème saturé de bassins et de jardins dans lequel je filai de vent les lettres de ton nom. Ensuite, j'écrivis un autre poème à l'intérieur du premier. Je me réveillai et fermai le livre. Et maintenant, si je trouvais un lotus sur ma table, que se passerait-il ?
III
Exercice : lors d'un dimanche après-midi, découvrir les différentes strates sur lesquelles se dépose peu à peu le silence. La quiétude des parcs. Les rues ensoleillées.
IV
Trop de clarté pour boire un thé : trop de vent. Boire dans cette tasse les lettres d'eau de ton nom. Quelle voix ou quel incendie nous attendent au-delà de ces joncs ? Quels aimants ? Fermer les yeux et laisser ton nom pénétrer en moi, ah, finalement. Boire un thé, dis-tu, dans le fond, c'est transgresser le temps.
V
Une horloge solaire est toujours une horloge solaire, as-tu dit. Tu me regardais toujours, fragile. Tu agitais les mains en parlant, et elles gesticulaient, elles sculptaient l'air. Je soulevai de nouveau le verre d'eau aux bords dorés. Après-midi mordoré. C'est alors que tu montras de nouveau le parc, et nous regardâmes dans cette direction. La fontaine, les toiles d'étamine, un marchand de ballons, des jumeaux dégustant des sorbets au citron. Pelouse interdite. Ensuite nous franchîmes les limites du parc jusqu'à perdre de vue les confins de la ville, pour déboucher une fois de plus sur le port et la mer. La mer qui se mêlait au soleil. Pourquoi regardions-nous toujours l'azur à la fin ? J'eus soif. L'or et l'azur : ces cartes postales de Gustave Klimt qu'il nous offrit après son voyage : il avait vu un grand nombre de choses, raconta-t-il. Il ramena des cartes postales, des lunettes, des aquariums, des fleurs sèches, une boîte à musique. Tu souris : dents caramel. L' après-midi, pendant ce temps, continuait de tourner sur lui-même, s'enroulant autour de la lumière.
VI
Je cessai de lire et regardai par la fenêtre. La ville : livre de soleil. Filtres, vitres, affiloirs. Ensuite je remarquai en bas, dans la rue, quelques oiseaux qui picoraient les escaliers. Leurs dalles calcinées. Les oiseaux jaunes de Paul Klee, présumai-je. L'un d'eux, soudain, s'envola et se posa sur le rebord de ma fenêtre. Je restai immobile et fis semblant de lire. L'oiseau, confiant, sauta au centre de la page. A ce moment-là, je fermai le livre résolument et il y resta captif. Depuis lors, je lis toujours ce livre lorsque tu n'es pas là, en tournant les pages très soigneusement pour éviter qu'il ne s'envole.
**
Rafael José DIAZ
Né en 1971 aux Canaries. Poète (textes publiés dans les revues De umbral en umbral, Hora de poesia, Insulas estranas, Paradiso, Turia en Espagne, L'Estracelle, Jalouse Pratique en France). Critique littéraire (études sur Angel Crespo dans Diaro 16). Traducteur (Jacques Ancet, Yves Bonnefoy, Jean-Pierre Chambon, Jean Gabriel Cosculluela, Edmond Amram El Maleh, Claude Held, Jacques Roubaud...).
Rafael José DIAZ est directeur du pli de littérature Paradiso (édité à Tenerife).
Lecteur d'espagnol à l'Université d'Iéna. Il publiera des textes dans des choix critiques de poésie espagnole contemporaine en 1996 : dans les revues Aires, Poésie 96. Traduits par Joséphine Philippot, Jean Gabriel Cosculluela, Claude Held, Roberto San Geroteo.
Livres à paraître: Detras de tu nombre, El ojo del verbo y el cuerpo de la muerte, Un canto en el umbral.
Goretti RAMIREZ
Née aux Canaries en 1971. Poète (textes parus dans les revues Paradiso, Insulas estranas en Espagne et Jalouse Pratique en France). Critique littéraire (études sur José Lezama Lima, Maria Zambrano...). Traducteur (Lionel Bourg, Sophia de Mello Breyner, Carlos de Oliveira, Charles Juliet...).
Goretti RAMIREZ fait partie du comité de rédaction du pli de littérature Paradiso, édité à Tenerife.
Lectrice d'espagnol à l'Université du Caire.
Elle publiera d'autres textes traduits par Joséphine Philippot et Annie Salager dans un choix critique de poésie espagnole contemporaine (édité par la revue Aires en 1996).
Copyright Jean-Gabriel Cosculluela, 1996
D’autres extraits dans le n° 23 de la revue littéraire Aires : « Insula », poésie canarienne contemporaine (1996)
in Casse n° 19-20
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lundi, 06 novembre 2006
Le rêve intérieur, de Jean Chaudier (in Casse n° 7-8)
Poésie la vie entière dites-vous
Poète de Louisfert vous avez poussé
Votre table tout près de la fenêtre
Et de cet établi vous regardez la
Grande ruée des terres vers le soleil
La nuit venue vous allumez votre lampe
Et très tard elle brille encore dans
Le silence de la campagne et le père
Moreau vous salue sous la pluie des
Etoiles
Oui René Guy dans notre mémoire
Vous vivez constamment et nous lisons
Vos poèmes avec cette émotion des grands
Fonds
Très cher Poète de Louisfert éternellement
Vous habitez dans la maison d'Hélène
Attentif à tous les biens de ce monde
Mais toute une vie peut basculer
N'est-ce pas Joe Bousquet jeune
Lieutenant qui montiez au combat
Botté de rouge
Quelle idée ! et pour l'amour d'une
Femme cette fantaisie devint presque
Mortelle
Il ne vous reste plus que cette chambre
De Carcassonne aux rideaux tirés
Avec des livres et des tableaux et de l'opium
Pour les heures trop tenaces
Ainsi allongé paralysé vous commencez une
Autre existence et vous écrivez et vous
Renaissez grâce au langage conquérant
L'autre part de vous-même
Poète immobile vous nous avez donné une
Belle leçon de langage entier et la nuit
Venant nous ouvrons la fenêtre au vent
Très léger et bonsoir au Meneur de Lune !
Nous tenions votre cheval souvenez-vous
Amour l'ombre sur la main le visage à découvert
Aucun regret et le chant des abîmes
Qui comprendra ce silence toujours au bout
Du chemin un temps et l'irruption des
Mots qui entourent l'univers c'est déjà le seuil
L'intelligence commence par cette violence
De la langue bâtisseuse de lotissements intérieurs
Mais Max que faisiez-vous rue Ravignan
Une gouache de l'astrologie et des poèmes toujours
Mis de côté et ils venaient vous voir dans cette
Petite chambre les poètes les peintres les musiciens
Et combien sont sortis de cette malle où vous
Teniez vos trésors et un jour vous avez vu le
Christ sur le mur et vous avez quitté Paris
Et ses tentations pour la méditation à Saint-
Benoît-sur-Loire et tout contre la basilique
Vous avez mené la vie du pénitent en maillot
Rose et toujours peignant écrivant et priant
Ce Dieu chrétien
Et puis l'étoile jaune l'arrestation et la
Mort au camp de Drancy
Bien sûr honte aux bourreaux qui vous ont
Assassiné parce que vous étiez juif oui honte
A eux et lisons vos poèmes comme vous les
Avez écrits
Jeux de mots
Fantaisie et
Juxtaposition des images
Et maintenant tout le monde sait que
Le chef des cuisines n'était autre que Fantomas
Ah, jeune fille la rivière passe la douane
Des herbes et s'en va tournoyant sur elle-
Même et le pêcheur parfois distrait ne voit pas
Le bouchon qui s'enfonce il rêve aux anges
Emportés par le courant la Tour Eiffel
Tremble dans la Seine qui traverse
La grande ville
Paris ! Paris !
Léon-Paul Fargue il est temps d'attaquer
La nuit qui commence il suffit de regarder
Le ciel de tâter du bout du pied le bitume
Et puis de s'en aller le chapeau bien posé et
Parfumé de toute part à l'eau de Cologne
Hep ! taxi et vous retrouvez chez Lipp
Les amis poètes et d'autres et le parler tout
Vocabulaire en ébullition de quoi repousser
Cette solitude si redoutable et de remonter
Le chemin de halage vers ce chant originel
D'un passé glorieux
Piéton de Paris vous allez d'un quartier à l'autre
Hep! taxi il est temps de rentrer le jour se lève
Un jour encore avant d'être foudroyé et de rester
Immobile les marronniers du boulevard
Montparnasse montent vers votre fenêtre
Tancrède
Et déjà s'estompe votre poésie gardienne
Du secret de l'enfance bien-aimée
Une fois encore nous te célébrons
Guillaume du 202 boulevard Saint Germain
Tu as coincé ta table sous le vasistas
Et la tête dans les étoiles tu écris
Des poèmes d'un pur lyrisme où se mêlent
Les cadences les plus diverses ouvrant ainsi
La voie à cette poésie moderne que tu
Appelles de tous tes vœux
In Casse n° 7-8
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mardi, 17 octobre 2006
Nuit, de Marie-Jo Molinier (in Casse n° 6)
Nuit
Je vous dis nuit, par la lumière multipliée, le souffle léger de l'étoile, l'ombre délivrée.
Nuit, je vous dis nuit, je vous dis bleu, le temps n'est plus qu'une immense clarté qui roule dans nos veines, épousant en silence les printemps à venir.
Nuit, je vous dis nuit, une joie nouvelle tremble entre nos mains ouvertes, la lune s'est couchée sur l'herbe du jardin ; je sais le chant des eaux profondes, la sève toujours à naître, la robe blanche du matin. Je sais le long regard des prairies endormies dans la mémoire du soleil.
Je vous dis nuit, parole d'azur en attente de l'aube.
Janvier
Une clarté suffit à la nuit, si petite qu'elle tiendrait au bout du doigt d'un enfant. Le temps prend alors la couleur mauve des souvenirs anciens ; tout ce qu'on avait oublié soudain se bouscule, ressurgit.
Silence rompu de la mémoire ; un peu de vent effeuille ce qu'il reste de rire et fait reculer l'horizon sur la colline. On a soudain envie d'entendre une voix, on ouvre une fenêtre... Le soir sent l'ombre et l'argile, plus loin une forêt soupire, craque au souffle de l'hiver.
On attend les mains croisées près de la tasse en porcelaine blanche ; on se sent fragile, fatigué. On ne sait plus très bien, ceux que l'on aime ne sont plus là, on imagine leur visage, des mots tombent sur la page blanche, on leur écrit, cela nous rajeunit, nous rend très proche de l'étoile. Parfois, le téléphone sonne ; on ne sait pas l'heure qu'il est, on retrouve simplement son reflet bleu près de la lampe qu'on n'a pas encore allumée. On ne pense pas ; il est parfois difficile de penser, tout est si léger, si insaisissable, un peu comme un papillon sur un brin de lavande, une feuille d'automne posée sur l'herbe du verger, une étincelle venue des cendres tièdes du soleil. On sourit avec une certaine indulgence, sachant que malgré tout, la vie est là bondissant dans les veines du monde et les rivières qui bien après nous couleront jusqu'aux océans, rejoignant la paupière du ciel, la merveille innommée.
On préfère alors demeurer ici, avoir faim, avoir soif seulement d'un verre d'eau très claire.
Soir de juin
Le chant de l'oiseau allumait dans la nuit le feu obscur de la mémoire. J'ai levé la tête, espérant je ne sais quelle clarté, quelle présence, un murmure pressenti, une chose vivante et en même temps provisoire, tout à fait incertaine.
Les cendres du jour avaient aboli l'espace, l'ombre n'existait plus, on la respirait seulement ; l'heure s'était arrêtée dans le cœur humide des roses blanches. L'oiseau chantait toujours, c'était sublime et profondément triste ; j'ai pensé qu'il n'était peut-être pas si difficile de mourir, qu'il suffisait de tendre la main, d'épeler à voix basse le mot amour, de dire je reviens, ouvre moi la porte. D'ailleurs, elle m'attend. C'est pour moi en ce bas monde, la seule certitude, la plus subtile des tendresses : souveraineté de l'absence qui me renvoie seulement l'écho d'un prénom.
Le jardin n'était plus que fabuleuse odeur de terre, invisibles sillons où les étoiles, ensevelies, pleuraient doucement.
L'oiseau chantait encore et minuit était passé depuis longtemps.
Septembre
Une douceur de pomme roule dans le verger, les collines, légères, s'avancent vers le soir.
Les ombres se succèdent, attentives au souffle de septembre.
Je ne sais plus très bien ce qu'il faut dire du silence quand il tremble ainsi dans les cils blonds de la lumière.
Ici, il n'y a rien pour se rassurer ; d'ailleurs, on n'en éprouve pas le besoin. Tout vient de la terre, plonge ses racines dans l'invisible du ciel. Voix et murmures se confondent sans qu'une parole soit prononcée. Les mots sont presque inutiles ; ils s'inscrivent dans nos déserts d'herbe et de pierre et c'est bien ainsi. L'été s'apaise et les nuits se retirent plus loin dans le sommeil des arbres, dans la sève du jour.
Je vous écris à cause de la houle claire du vent et parce que nous avons le même regard d'argile et d'espérance ; peut-être n'y a-t-il que cela de réel, de vivant, une fraîcheur nouvelle d'éternité. C'est dimanche. Il fait un temps bleu de mésange et je vous embrasse affectueusement.
In Casse n° 6
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jeudi, 12 octobre 2006
Et comme tremble d'exulter, de Gabriel Le Gal (in Casse n° 5)
A la lisière somptueuse
Il allait avec son amour dans l’automne
Son si frêle amour
Elle se serra contre lui un peu plus
Comme ils entraient
Dans les couleurs
*
D’avoir pris la neige
Le temps d’une nuit
Les champs,
Cela les réveille
Cela les révèle
au ciel aux arbres
à eux-mêmes
ils ne se savaient plus si bien dessinés
(le rang de maïs devenu clôture de bambou)
La route, elle,
En perdition
Dérobée
Sous les tourbillons
*
Les champs jaunes près de l’eau bleue
et les chaumes pointés des maïs
et l’épaisseur de l’air et l’instant
les voilà ensemble qui bougent
les mots aussi s’émeuvent
(peut-être même que c’est eux qui ont commencé)
et cela vient au devant s’ajuste se trouve
jusqu’à l’espace exultant et serré du poème
(et les champs jaunes avec l’eau bleue
ici dans les mots fragiles peut-être sont sauvés)
*
Dans la nuit qui est partout
La nuit un peu plus
Et si bien gardée
Des tulipes
*
Cette ardeur des crêtes
Et tout brûle
Jusqu’aux vallées les plus hautes
Le vent éclaircit la lumière
Fouaille les couleurs ; c’est trop
Il pleuvra demain
Les neiges, leur épaisseur irradie
Dans l’air partout une fièvre d’échange
Sans qu’on sache ce qui se dit
*
Au long des routes ces coupes de bleu plain
entre les colzas
ces offrandes portées
Déjà la ville de là-haut avait été
pure pierrerie
pure existence dans le bleu
et cet or maintenant dans nos rues
cet allant
la fraîcheur des carènes
*
Ouvrant la fenêtre
La neige
La première neige
(elle a tout son temps)
Je l’ai saluée
Comme on salue le printemps
*
Les peupliers encore
Ce village qu’ils font dans le bleu
Bonheur à tenir la lumière
A s’en entretenir
*
Et le chat vient se frotter à la pierre tombale
à la jambe de la femme
qui arrange les fleurs
il ne sera pas repoussé
il est le seul
à venir jouer ici
parmi les morts
In Casse n° 5
Et comme tremble d’exulter, dont sont extraits ces textes, a été édité en 1988, illustré par des aquarelles de Danièle Crouzet-Robert, chez Alain Paccoud, typographe à Bourg-en-Bresse.
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mardi, 26 septembre 2006
babylön, alaska, d'Hervé Merlot (in Casse n° 9)
Babylön, alaska (extraits)
317 – Andouille frites
Parfois ça me prend.
L’envie d’une. Je les mange elle & elles
puis m’en vais au cinéma
ou au café
ou chez moi. & quelque
temps plus tard
je remets ça.
399 – Dragon
Les Asiatiques du dernier étage
ont acheté une voiture
qui leur ressemble : petite.
Mais elle fait un bruit d’enfer.
Je crains qu’ils n’aient réveillé le dragon.
442 – Aaaaaarrrgghhh
L’araignée dans l’plafond
on ne sait jamais
si c’est 40 ou 100 watts.
498 – Steak d’ours
La seule fois où j’ai rencontré
un ours nous nous sommes longuement
regardés sans mot dire ni grognement.
Puis il a pris la tangente & je
l’ai laissé faire malgré ma faim de loup
qui se serait volontiers satisfaite
d’un bon steak d’ours grillé.
556 – Lessive
Je lave chemises & caleçons
chaussettes mouchoirs T-shirts.
Les idées noires
je les donne à la blanchisserie.
569 – Mes chaussures m’aiment
Lavé j’enfile
mes chaussures
les lace & m’apprête
à partir.
Elles n’iraient
pas travailler
sans moi.
581 – Les Indiens sont encore loin ?
Je connais un poète. & j’en connais un autre.
Le cœur rouge bat toujours.
Il n’y a pas lieu de désespérer.
584 – Portrait d’un homme à femmes. 2
Il vous plaît.
Vous êtes déjà le tapis moelleux
sur lequel il étendra sa viande.
Vous êtes la pâte dentifrice
qu’il déposera sur sa brosse à dents.
Pensez qu’ensuite
il se rincera la bouche
& que chaque jour
il répète la même opération :
simple hygiène
buccale.
in Casse n° 9
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jeudi, 21 septembre 2006
Ebauche d'une porte de jardin, de Jean-Gabriel Cosculluela (in Casse n° 4)
Ebauche d’une porte de jardin
à Daniel Vassart
la porte du jardin :
peu de mots
nous restent
hors le linteau
dépeuplé
d’ombre
hors l’éboulis
de bleus
*
la dernière porte
du jardin
et le défet
de ta mort
regarder
écimer
tes bleus
au bord de la lumière
le jardin
où patienter
« journalier
de mourir »
*
un fond de jardin
les talus
le chemin
très simple
des figuiers
les taillis
l’attente
encore
du visage
tourné
de ta voix
la dernière main
s’absentant
dans la lumière
« mouchoir
de silence »
*
comment oublier
une autre porte
qui donne
sur le noir
au sud
l’angle du mur
du bois
et de la terre
en bas
in Casse n° 4
© Jean-Gabriel Cosculluela, 1994
extraits de « Une porte de jardin » aux éditions de L’Arbre/Jean Le Mauve, 1994.
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vendredi, 15 septembre 2006
Migraines, d'Hervé Lesage (in Casse n° 3)
Migraines
Il voit des avions glisser au-dessus de sa tête.
Très haut, sans bruit aucun, sans même abandonner une trace blanche au clair de ses yeux. Il entend des avions passer et repasser dans son crâne. Comme un vol de migraines.
Des avions qui ne se posent jamais. Pas même dans son sommeil.
Jean-Pierre
Ton gamin
déjoue sur la vitre
l'un des nombreux pièges du givre
D'instinct
son doigt y a trouvé
où tracer une serrure
et son œil
où naître au monde
Tu l'observes
et apprends ton ignorance
des choses simples
et rondes comme
les billes oubliées de tes huit ans.
Jérôme
Sous cette branche basse où tu vins te pendre, sous cette branche devais-tu faire grief aux oiseaux, leur chercher querelle de chanter comme au printemps parce que l'hiver n'en finissait plus de sourdre de ton ventre, pour mordre encore à même tes paupières.
Simon
Il dit :
- Je suis revenu, oui.
Et sur le seuil se pose, là où beaucoup avant lui ont lentement mangé la pierre des ans.
Son visage épouse bientôt la sérénité d'un lieu qui n'a pas changé depuis mille ans.
Il a dit :
- Je suis revenu, oui.
Puis il s'est tu. Se taira. Car tout a été dit déjà, au-delà de la parole, du possible, longtemps avant son retour, avant même son départ, et par de moins bavards que lui.
in Casse n° 3
Ces textes, dans des versions légèrement remaniées, ont été publiés dans le recueil Passage des Humbles (RétroViseur éditions, 2005).
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mardi, 12 septembre 2006
Entretien avec Roland Tixier (in Casse n° 6)
RENCONTRE AVEC ROLAND TIXIER, éditeur à l'enseigne du PRÉ DE L'AGE
La jachère du Pré
« Je risque un portrait-robot du poète moderne : loin d'être échevelé, livide, au milieu des tempêtes, il soigne son look et ses sponsors. Il lui pousse un attaché-case au bout du bras et une calculette à la place du cœur. Toujours en quête d'honneurs, si minimes soient-ils, il courtise plus l'Institution qu'un public potentiel. Une idée fixe : s'intégrer. Il n'est plus rebelle. Voilà bien ce qui nous sépare. »
*
Quinze ans d'activité, 100 recueils publiés : un travail irremplaçable pour la poésie. Roland Tixier a l'un des catalogues les plus riches et diversifiés de l'édition poétique actuelle. L'occasion était bonne de faire le point avec lui, sur son activité passée et future, et sur l'évolution des mœurs de la gent poétique. Et de recueillir le scoop de l'année : Roland arrête l'édition !
Jean-Jacques Nuel : As-tu réalisé les objectifs que tu te fixais au départ ? Quelle était alors la part du réalisme et celle de l'illusion ?
Roland Tixier : Au départ du Pré de l'Age je ne m'étais fixé aucun objectif, si ce n'est celui, général, d'être un intermédiaire entre un poète et des lecteurs possibles. Lorsqu'en 1978, en compagnie de Geneviève Bernard et de Pierre Prince - photographe - l'aventure a commencé, je ne me posais pas la question du réalisme et de l'illusion, j'agissais. Je publiais par plaisir, par nécessité. J'aimais être généreux.
JJN : Sais-tu combien d'exemplaires tu as vendus de tes mini-recueils ?
RT : Des dizaines de milliers.
JJN : Quel est le ressort qui permet de continuer, après quinze ans ?
RT : 15 ans ça suffit ! En 1995 le Pré de l'Age aura cessé de publier. Je suis heureux de "raccrocher", comme on dit dans le sport. Au fil du temps, de nouvelles passions se font jour. Je vais m'occuper de moi. L'édition c'est déjà du passé.
JJN : Le Pré de l'Age va-t-il disparaître, ou se transformer? Ou renaître?
RT : Le Pré de l' Age ne disparaît pas : les animations scolaires et autres vont continuer (de même pour la longue et concrète collaboration avec la Médiathèque Max-Pol Fouchet de Givors). L'activité va sensiblement diminuer cependant, du fait de la suppression de l'édition et de la diffusion par abonnement. On peut dire qu'il y a mise en sommeil, en jachère.
JJN : Si tu arrêtes l'édition. ne crains-tu pas de t'ennuyer ? Auras-tu une activité de substitution (billard, vélo ou sexe) pour user ton temps et ton énergie ?
RT : Pour l'instant, je vais être pour moi-même ma propre activité de substitution. Je vais surtout prendre du large. Je ne veux pas avoir de rapports raisonnables avec la poésie. Je veux rester l'amoureux, le passionné. Comme le dit Pierre Albaladéjo, à propos du rugby, "revenir aux fondamentaux".
JJN : Revenons un peu sur ces 15 ans de dévouement à la poésie. Si tu faisais la balance joies/ déceptions, de quel côté pencherait-elle ?
RT : La balance penche complètement du côté des joies. Même si les grandes joies ont été rares, leur fulgurance m'a aidé à vivre jusqu'à ce jour. Ces joies n'ont pas de prix. Mais il est temps d'en rester là.
JJN : Qui t'a aidé ? Qui ne t'a pas aidé ?
RT : Qui m'a aidé ? Moi-même en premier ! Le noyau dur des amis du Pré est restreint. Les fidèles se comptent sur les doigts d'une main. Ils se reconnaîtront. Je rends ici hommage à Pierre Prince, compagnon des premiers jours, dont l'amitié ne s'est jamais démentie. Il est l'infatigable créateur des couvertures des "petits livres". Le Pré de l' Age est autant à lui qu'à moi.
Mais la véritable et profonde aide est venue des auteurs et des lecteurs. En fait eux et moi, nous nous sommes bien entendus, et le Pré a poussé.
Qui ne m'a pas aidé ? Dans le monde de la poésie, comme ailleurs, on se pose souvent cette question : "Qui peut quelque chose pour moi ?" La question inverse est beaucoup plus rare.
JJN : As-tu demandé et bénéficié d'aides à l'édition ? D'une façon plus générale, que penses-tu des subventions à l'édition et à la diffusion ?
RT : J'ai demandé - et obtenu - une fois l'aide de la DRAC Rhône-Alpes. Je l'ai fait au moment où je traversais une crise d'identité. Après plus de dix années d'activité intense, rien ne me reliait à la Région. Je me sentais isolé, sans racines. Je remercie la DRAC de m'avoir, à ce moment, écouté et de m'avoir pour ainsi dire relié, situé géographiquement, au moment nécessaire.
Pour ce qui est des subventions, elles pourraient plus largement et équitablement concerner les revues, les éditeurs, en les aidant à régler des factures d'impression et d'affranchissement par exemple.
JJN : Admets-tu qu'on puisse ne pas aimer la poésie ? N'y a-t-il pas certains poètes qui vous dégoûtent de la poésie ?
RT : Oui, je l'admets. En fait, je crois qu'on aime des poèmes, des poètes, plus que "la poésie".
Il existe des poètes ennuyeux, mais rien n'oblige à les lire.
JJN : Après tant d'années à fréquenter le milieu des poètes et de la petite édition, quel jugement portes-tu sur cette gent littéraire ?
RT : J'ai toujours été en marge de la gent littéraire. Celle que je connais un peu est surtout lyonnaise. Elle m'apparaît triste, conventionnelle, et volontiers mondaine. Il flotte sur ce monde-là un petit air d'Education Nationale. Je risque un portrait-robot du poète moderne : loin d'être échevelé, livide, au milieu des tempêtes, il soigne son look et ses sponsors. Il lui pousse un attaché-case au bout du bras et une calculette à la place du cœur. Toujours en quête d'honneurs, si minimes soient-ils, il courtise plus l'Institution qu'un public potentiel. Une idée fixe : s'intégrer. Il n'est plus rebelle. Voilà bien ce qui nous sépare.
JJN : Peux-tu critiquer CASSE, sans en dire exclusivement du bien ?
RT : Casse est une revue vivante, incisive et contestataire. Je souhaite qu'elle avance dans le temps. Les lieux d'expression sont toujours trop rares. Je reste ce lecteur attentif.
(entretien réalisé en trogne-à-trogne puis par correspondance, la première séance effectuée chez Roland autour d'un délicieux plat de lentilles vertes du Puy)
in Casse n° 6
09:31 Publié dans Archives de Casse | Lien permanent | Commentaires (0) | Tags : Littérature, Culture, Poesie
lundi, 04 septembre 2006
Poèmes de Gilles Lades (in Casse n° 2)
Déjà mon pays m’échappe
me présente de nuit une face inconnue
la splendeur d’angle de sa patience
qui m’était destinée
je crie les bras tendus en tournant vers un fond
et je m’accepte sans patrie
pourvu qu’autour de moi revienne exactement
le déjà vu multiplié par la lumière
et même la pluie infime
sur le cœur grossi de sa mémoire
inlassable comme un regard de jeune mère
ou comme l’amour d’être
bruissant dans la fonte de l’âtre
*
Jour dissolu d’octobre
lassé de toute phrase
du soleil simple et surhumain
un soir sur la crête
usure de charité
à pardonner l’œil froid sur qui passe
charme craquelé
d’un été terrien de naguère
sauvé par des noms de grands bois
In Casse n° 2
07:22 Publié dans Archives de Casse | Lien permanent | Commentaires (0) | Tags : Littérature, Culture, Poesie
jeudi, 24 août 2006
Poèmes d'André Rochedy (in Casse n° 1 et n° 17)
André Rochedy, auteur d’une importante œuvre poétique, est mort le 9 août 2006. Né à Saint-Agrève (Ardèche) en 1942, il demeurait à Lyon où il fut professeur de lettres. Grand connaisseur de la poésie, il m’apporta son aide et ses conseils tout au long de l’existence de la revue Casse, et il figurait au nombre de ceux que je nommais dans l’ours « les amis de l’ombre ». C’est grâce à lui que je pus obtenir pour Casse les textes des meilleurs poètes belges, dont Gaspard Hons, Carino Bucciarelli, André Romus et bien d’autres ; il fit aussi partie des jurys que je formai pour les prix de poésie et de nouvelles organisés par la revue.
Son œuvre est parue chez Cheyne éditeur et à L’Arbre à paroles.
JJN
*
Les griffes des belettes
creusent le sommeil
Des lunes d’hiver
croissent dans nos ciels
Nous ne guérirons pas du froid
Le voyageur dit qu’il va
au plus blanc de la neige
*
Mais quelle bouche a bu
tout le sang de l’étoile
les pommes ensemble
ont vieilli au matin
L’alouette est entrée dans la pierre
nous laisserons nos yeux
aux arbres du jardin
Nous sommes couchés
dans la rosée de soufre
Sur nos mains nos visages
la langue rêche des brebis
*
Un enfant garde
la maison des songes
surgissement de l’orge
dans l’obscur
La mort jappe au fond de l’ombre
quand la lumière élève
les visages
et les oiseaux
tombés en nuit
in Casse n° 1
*
D’un coup d’épaule le vent renverse le jardin et bras levés les ombres s’envolent.
Cris enfoncés dans l’herbe comme étoiles noyées.
Que la blancheur nous soit passage à l’heure où les ténèbres mangent les yeux. Si froids les corps quand ils s’éloignent. Qui nous dira les mots qui montent jusqu’au visage de l’amandier ?
La nuit gagne sur l’enclos de la lampe, une herbe noire recouvre l’étang. On ne sait pas le bruit que font les paroles sous la neige. On peut mourir d’oublier le souffle de la mer.
in Casse n° 17
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