jeudi, 21 décembre 2006
Rafael José Diaz, Goretti Ramirez (in Casse n° 19-20)
DEUX POETES DE PARADISO
(dossier préparé et présenté par Jean-Gabriel Cosculluela)
Mai 1993. Je reçois plusieurs lettres de Santa Cruz de Tenerife. Rafael José DIAZ (directeur de publication) et Alejandro KRAWIETZ (secrétaire de rédaction) m'invitaient à collaborer au pli de littérature Paradiso dont le premier numéro venait de sortir des presses. En donnant quelques textes inédits, mais aussi en incitant des écrivains français à adresser leurs textes à Paradiso.
A l'origine de ce pli de littérature qui en est à son dixième numéro, il y a un ami, Andrés SANCHEZ ROBAYNA, auteur de Clima, Tinta, La Roca (qui vient d'être traduit par Jacques Ancet aux éditions Comp' act) , La Luz negra, Palmas sobre la losa fria, Fuego blanco. Aux Iles Canaries, depuis de nombreuses années, Andrés SANCHEZ ROBAYNA ouvre l'espace insulaire : "Seuls les nomades savent transformer le silence en forme de vie" dit Edmond JABES. De Tenerife, SANCHEZ ROBAYNA ouvre la langue espagnole à des poétiques de rupture, à l'invention précise et nécessaire de la langue après les ruines et les provincialismes inutiles.
A sa suite, les écrivains de Paradiso (Melchor LOPEZ, Francisco LEON, Alejandro KRAWIETZ, Goretti RAMIREZ, Rafael José DIAZ, pour ne citer que ceux-ci) relisent la poésie de langue espagnole contemporaine (Juan Ramon JIMENEZ, Maria ZAMBRANO, Jorge GUILLEN, José LEZAMA LIMA, Octavio PAZ, José Angel VALENTE...) et tout autant Teresa de AHUMADA, Juan de LA CRUZ, Miguel de MOLINOS... Ils relisent la poésie étrangère contemporaine (Fernando PESSOA, Edmond JABES, Paul CELAN, Yves BONNEFOY, Jacques ROUBAUD...) et tout autant Guilhem de PEITIEU, BASHO, BUSON, ISSA...
Les écrivains de Paradiso inventent la langue à la lecture du paysage canarien (méditation de l'espace, lumière, matière spirituelle). Ils inventent la langue à la géographie nomade de leurs lectures et de leurs traductions.
A demeure, à passage : la pierre du seuil est le chant sur le seuil.
Avant tout, les écrivains de Paradiso et, parmi eux, Goretti RAMIREZ, Rafael José DIAZ, nous donnent l'écriture comme un lieu où trouver nos absences. Que reste-t-il à écrire ? Dans l'espace insulaire - tout écrit est insulaire - "l'auteur est un lecteur" dit Andrés SANCHEZ ROBAYNA. Un lecteur de forme de vie. L'espace insulaire définit le regard. "Imaginer un langage signifie imaginer une forme de vie" dit Ludwig WITTGENSTEIN.
A Paradiso, Tenerife, le blanc de la page est rupture et énergie : l'écrivain s'y abandonne, près de la mer d'encre, pour renaître lecteur.
Jean-Gabriel COSCULLUELA
Villevocance, 25 octobre 1995.
A consulter :
- Andrés SANCHEZ ROBAYNA, Contra el provincianismo (entretien avec J .G. Cosculluela) in magazine QUIMERA n° 45 (Barcelona, 1985)
- Andrés SANCHEZ ROBAYNA, Paradiso : siete poetas (antologia) Ed.
Syntaxis (Tenerife, 1994)
A paraître :
AIRES n° spécial poésie canarienne contemporaine Insula (choix critique de J.G. Cosculluela et divers traducteurs : Joséphine Philippot, Annie Salager, Roberto San Geroteo...) en 1996.
***
LE CHANT SUR LE SEUIL (extraits)
Rafael José DIAZ
Para J.A.
la luz que en este poema yace
ilumina tu cuerpo ausente o es la luz
que brota de tu cuerpo ausente
la que ilumina este poema en que tu yaces ?
*
(Stevens - Valente)
palmera fulgente al final de la mente
quieto pajaro oscuro en borde de luz
palabra extraviada : sacala del ambito
(dila) y desfloraras ese arbol de fuego
*
el libro de la luz abierto
por la pagina en que el cuerpo sale
del oscuro cuarto sin tiempo
y descubre a la madre que lee
la blancura del dios sobre las sabanas
*
Para Régulo
arbol vacio luz casa
sombra sobre el umbral
trasluz sueno ojo llameante
*
El duelo de la sombra, no lo ves
en esta hora de quietud, sobre las ramas,
venir hasta nosotros, despojarnos de la luz
en que hasta ahora viviamos ? Me pregunto por el nombre
de esa sombra, por su materia impalpable,
por su soplo que llega hasta lo hondo
de nuestro cuerpo. Me pregunto por la silueta
del nombre de esa sombra, por el centro oscuro
que genera las voces que ahora oimos.
Esta hora de quietud en la noche,
las ramas resguardadas bajo un manto
de transparencia, el duelo de la sombra,
no son, dime, los nombres que ahora
nos cubren ? En este lugar de oscuridad,
desnudos bajo la piel que se abre a lo impalpable,
no sabemos nuestros nombres. Somos
la olvidada descendencia de la sombra.
*
Para Paco Leon
Pronunciaba el poema en la casa vacia.
Dejé de leer. Medité sobre esas palabras que entraban en el aire.
Vi el aire entre los muebles, entre mis manos, entre las paginas del libro.
Ahora escribo otras palabras en la casa vacia.
Entran y salen deI aire, viven en la transparencia.
Mis manos se reflejan en mis ojos
mientras leo esta pagina que escribo.
*
Traduction : Jean-Gabriel Cosculluela
Pour J .A.
La lumière qui gît dans ce poème
illumine-t-elle ton corps absent ou la lumière
qui sourd de ton corps absent
illumine-t-elle ce poème où tu gis ?
*
(Stevens - Valente)
Palmier éclatant au bord de la pensée
oiseau tranquille obscur au bord de la lumière
mot perdu : hors de l'enclos
(le dire) et dépouiller cet arbre de feu
*
ce livre de la lumière ouvert
à la page où le corps sort
de la chambre obscure sans heure
et découvre la mère lisant
la blancheur du dieu sur les draps
*
Pour Régulo
arbre vide lumière maison
ombre sur le seuil
contrejour rêve l'œil ardent
*
Le deuil de l'ombre, ne le vois-tu pas
à cette heure de tranquillité, sur les branches ?
Ne vient-il pas vers nous, nous dépouiller de la lumière
où nous vivions ? Je cherche le nom
de cette ombre, sa matière insaisissable,
son souffle qui va jusqu'au tréfonds
de notre corps. Je cherche la forme
du nom de cette ombre, le centre obscur
source des voix qu'à présent nous entendons.
Cette heure de tranquillité dans la nuit,
les branches sous un manteau
de transparence, le deuil de l'ombre,
ne sont-ils pas, dis-moi, les noms
qui nous taisent ? Dans ce lieu obscur,
nus sous la peau qui s'ouvre à l'insaisissable,
nous ignorons nos noms. Nous sommes
la lignée oubliée de l'ombre.
*
Pour Francisco Leon
Je lisais le poème à haute voix dans la maison vide.
Je cessai de lire. Je méditai sur ces mots qui entraient dans l'air.
Je vis l'air parmi les meubles, entre les mains, parmi les pages du livre.
J'écris à présent d'autres mots dans la maison vide.
Ils traversent l'air, ils vivent transparents.
Les mains se reflètent dans les yeux
cependant que je lis cette page où j'écris.
***
Tarde con pajaros
Goretti Ramirez
I
Por qué los pajaros vuelan siempre hacia la luz, te pregunté. Por qué no puedo leer tu nombre en este libro. Tu me miraste (agua, poema), pero estabas ausente. La brisa movio los arboles deI parque, y entonces yo miré a través de la cristalera. La ciudad seguia su ritmo habituaI, como si nada estuviera ocurriendo en ese momento : calles, adoquines, relojes, el puerto al fondo y un barco atracando. Por qué los domingos son de cristal. Volvi a escribir las paginas luminosas, las burbujas. Las fuentes que presenciaron tu apertura hacia la luz. La piedra. El vapor naciente y los espejos, siempre los espejos. Por qué. Tu continuabas alli, pensativo. Yo sentada frente a ti. El tiempo se habia detenido en aquella esquina exacta de la tarde, o quizas seguia fluyendo como la arena pero no lo notabamos. En cualquier caso, nunca logramos comprender qué era el tiempo, qué era aquella tarde, quiénes éramos nosotros. Tampoco comprendimos nunca la convergencia de las alas. Era como perdernos en las perspectivas infinitas de Velazquez (division de la luz : meninas), o intentar descifrar el vidrio de Marcel Duchamp. 0 como escuchar una vez mas aquel concierto para violin de Brahms (por qué siempre escuchaba a Brahms en momentos asi), o caer en la cuenta de que los acordes de Salvatore Accardo interpretando a Paganini se iban entretejiendo con la tarde, poco a poco, de un modo casi imperceptible pero formando un entramado que se elevaba sobre la ciudad.
II
Casi por casualidad abri el libro : verticalidad del dia, respirar el aire que me estaba respirando a mi. Busqué tu nombre entre sus paginas, pero comprendi que nunca lo hallaria porque estaba escrito en la lengua de los pajaros. La memoria 0 la hoja marchita. Luego lei que cruzabamos una puerta de hierro, dejando atras el ruido de la avenida bajo el sol. Llegamos al rectangulo preciso y en ese momento se nos lleno la vista de minutos. Cayeron lotos, salivas, paso una bicicleta pedaleando a través de la luz. Este es uno de esos lugares que estan y no estan, sentencio él. Entonces yo pensé de nuevo en el edificio de espejos o en aquellos extranos fotogramas de peliculas de Dreyer. Después todo habia sido visitar un santuario oriental y un museo de arte moderno (cabeza dada) y un mercado al aire libre, hasta que tu anunciaste : creo que me estoy evaporando. Por la noche soné que escribia un poema lleno de estanques y jardines, donde iba hilando con aire las letras de tu nombre. Luego escribi otro poema dentro de ese poema. Desperté y cerré el libro. Y si ahora me encontrara un loto sobre la mesa, entonces qué.
III
Ejercicio : En una tarde de domingo, descubrir los diferentes estratos en que se va disponiendo el silencio. La quietud de los parques. Las calles soleadas.
IV
Demasiada claridad para tomar un té : demasiado aire. Beber en esta taza las letras de agua de tu nombre. Qué voz o qué incendio nos estaran esperando mas alla de estos mimbres. Qué imanes. Cerrar los ojos y dejar que tu nombre penetre en mi, ah, finalmente. Tomar un té, dices, es en el fondo transgredir el tiempo.
V
Un reloj de sol es siempre un reloj de sol, dijiste. Seguias mirandome, fragil. Movias las manos mientras hablabas, gesticulando, moldeando el aire con ellas. Yo volvi a sostener en alto el vaso de agua con los bordes dorados. Tarde color de oro. Entonces senalaste de nuevo al parque, y hacia alli miramos. La fuente, estambres, un vendedor de globos, unos gemelos tomando sorbetes de limon. Prohibido pisar el césped. Luego rebasamos los limites deI parque hasta que se nos perdio la mirada al final de la ciudad, para desembocar una vez mas en el puerto y el mar. El mar que se fundia con el cielo. Por qué siempre al final miramos el azul. Senti sed. Oro y azul : aquellas postales de Gustav Klimt que él nos regalo después de su viaje : habia visto muchas cosas, nos conto. Trajo postales, gafas, peceras, flores secas, una cajita de musica. Sonreiste : dientes de caramelo. La tarde, mientras tanto, seguia girando sobre si misma, enroscandose en la luz.
VI
Interrumpi la lectura y miré a través de la ventana. La ciudad : libro de sol. Filtros, cristales, afiladores. Luego reparé en que abajo, en la calle, algunos pajaros picoteaban los escalones. Sus baldosas calcinadas. Los pajaros amarillos de Paul Klee, conjeturé. Uno de ellos, de pronto, volo hasta posarse en el alféizar de mi ventana. Yo me quedé quieta y simulé que leia. El pajaro, confiado, salto al centro de la pagina. En ese momento cerré el libro con decision y lo atrapé dentro. Desde entonces siempre leo ese mismo libro cuando tu no estas, pasando las hojas con mucho cuidado para evitar que se escape volando.
***
Après-midi, oiseaux
Goretti Ramirez
traduit de l'espagnol par Joséphine Philippot
I
Pourquoi les oiseaux volent-ils toujours vers la lumière, te demandai-je ? Pourquoi ne puis-je lire ton nom sur ce livre ? Tu me regardas (eau, poème), mais tu étais absent. La brise agita les arbres du parc, et, à ce moment-là, je regardai par la porte vitrée. Le rythme habituel de la ville se poursuivait, comme si rien n'avait lieu en ce moment : les rues, les pavés, les horloges, le port au loin et un bateau qui accostait. Pourquoi les dimanches sont-ils cristallins ? J'écrivisde nouveau les pages lumineuses, les bulles. Les fontaines qui furent témoins de ton ouverture vers la lumière. La pierre. La brume naissante et les miroirs, les miroirs toujours. Pourquoi ? Tu restais là, pensif. J'étais assise devant toi. Le temps s'était arrêté à cet angle exact de l'après-midi, ou peut-être continuait-il à couler comme le sable, mais nous ne nous en rendions pas compte. D'aucune façon, jamais nous ne pûmes comprendre ce qu'était le temps, ce qu'était cet après-midi, qui nous étions. Jamais non plus nous ne comprîmes la convergence des ailes. C'était comme s'égarer dans les perspectives infinies de Velazquez (division de la lumière, Menines), essayer de déchiffrer le vitrail de Marcel Duchamp, écouter une fois de plus ce concert pour violon de Brahms (pourquoi toujours écouter Brahms en de tels moments ?) ou se rendre compte enfin de ce que les accords de Salvatore Accardo interprétant Paganini s'entretissaient peu à peu avec l'après-midi, d'une façon presque imperceptible mais en formant un colombage qui s'élevait au-dessus de la ville.
II
J'ouvris le livre presque par hasard : verticalité du jour, respirer l'air qui me respirait. Je cherchai ton nom entre ses pages, mais je compris que jamais je ne le trouverais car il était écrit en langage d'oiseau. La mémoire ou la feuille fanée. Je lus ensuite que nous franchissions une porte métallique et que nous laissions derrière nous le bruit de l'avenue ensoleillée. Nous arrivâmes au rectangle précis et à ce moment-là, les minutes remplirent notre vue. Salive et lotus tombèrent, une bicyclette qui pédalait passa en traversant la lumière. Ce lieu est un de ceux qui sont et ne sont pas, affirma-t-il. C'est alors que je repensai à l'immeuble des miroirs et à ces étranges photogrammes des films de Dreyer. Ensuite, il avait été simplement question de visiter un sanctuaire oriental, un musée d'art moderne (qui débutait au mouvement dada) et un marché en plein air, jusqu'à ce que tu annonças : je crois que je m'évapore peu à peu. Cette nuit-là, je rêvai que j'écrivais un poème saturé de bassins et de jardins dans lequel je filai de vent les lettres de ton nom. Ensuite, j'écrivis un autre poème à l'intérieur du premier. Je me réveillai et fermai le livre. Et maintenant, si je trouvais un lotus sur ma table, que se passerait-il ?
III
Exercice : lors d'un dimanche après-midi, découvrir les différentes strates sur lesquelles se dépose peu à peu le silence. La quiétude des parcs. Les rues ensoleillées.
IV
Trop de clarté pour boire un thé : trop de vent. Boire dans cette tasse les lettres d'eau de ton nom. Quelle voix ou quel incendie nous attendent au-delà de ces joncs ? Quels aimants ? Fermer les yeux et laisser ton nom pénétrer en moi, ah, finalement. Boire un thé, dis-tu, dans le fond, c'est transgresser le temps.
V
Une horloge solaire est toujours une horloge solaire, as-tu dit. Tu me regardais toujours, fragile. Tu agitais les mains en parlant, et elles gesticulaient, elles sculptaient l'air. Je soulevai de nouveau le verre d'eau aux bords dorés. Après-midi mordoré. C'est alors que tu montras de nouveau le parc, et nous regardâmes dans cette direction. La fontaine, les toiles d'étamine, un marchand de ballons, des jumeaux dégustant des sorbets au citron. Pelouse interdite. Ensuite nous franchîmes les limites du parc jusqu'à perdre de vue les confins de la ville, pour déboucher une fois de plus sur le port et la mer. La mer qui se mêlait au soleil. Pourquoi regardions-nous toujours l'azur à la fin ? J'eus soif. L'or et l'azur : ces cartes postales de Gustave Klimt qu'il nous offrit après son voyage : il avait vu un grand nombre de choses, raconta-t-il. Il ramena des cartes postales, des lunettes, des aquariums, des fleurs sèches, une boîte à musique. Tu souris : dents caramel. L' après-midi, pendant ce temps, continuait de tourner sur lui-même, s'enroulant autour de la lumière.
VI
Je cessai de lire et regardai par la fenêtre. La ville : livre de soleil. Filtres, vitres, affiloirs. Ensuite je remarquai en bas, dans la rue, quelques oiseaux qui picoraient les escaliers. Leurs dalles calcinées. Les oiseaux jaunes de Paul Klee, présumai-je. L'un d'eux, soudain, s'envola et se posa sur le rebord de ma fenêtre. Je restai immobile et fis semblant de lire. L'oiseau, confiant, sauta au centre de la page. A ce moment-là, je fermai le livre résolument et il y resta captif. Depuis lors, je lis toujours ce livre lorsque tu n'es pas là, en tournant les pages très soigneusement pour éviter qu'il ne s'envole.
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Rafael José DIAZ
Né en 1971 aux Canaries. Poète (textes publiés dans les revues De umbral en umbral, Hora de poesia, Insulas estranas, Paradiso, Turia en Espagne, L'Estracelle, Jalouse Pratique en France). Critique littéraire (études sur Angel Crespo dans Diaro 16). Traducteur (Jacques Ancet, Yves Bonnefoy, Jean-Pierre Chambon, Jean Gabriel Cosculluela, Edmond Amram El Maleh, Claude Held, Jacques Roubaud...).
Rafael José DIAZ est directeur du pli de littérature Paradiso (édité à Tenerife).
Lecteur d'espagnol à l'Université d'Iéna. Il publiera des textes dans des choix critiques de poésie espagnole contemporaine en 1996 : dans les revues Aires, Poésie 96. Traduits par Joséphine Philippot, Jean Gabriel Cosculluela, Claude Held, Roberto San Geroteo.
Livres à paraître: Detras de tu nombre, El ojo del verbo y el cuerpo de la muerte, Un canto en el umbral.
Goretti RAMIREZ
Née aux Canaries en 1971. Poète (textes parus dans les revues Paradiso, Insulas estranas en Espagne et Jalouse Pratique en France). Critique littéraire (études sur José Lezama Lima, Maria Zambrano...). Traducteur (Lionel Bourg, Sophia de Mello Breyner, Carlos de Oliveira, Charles Juliet...).
Goretti RAMIREZ fait partie du comité de rédaction du pli de littérature Paradiso, édité à Tenerife.
Lectrice d'espagnol à l'Université du Caire.
Elle publiera d'autres textes traduits par Joséphine Philippot et Annie Salager dans un choix critique de poésie espagnole contemporaine (édité par la revue Aires en 1996).
Copyright Jean-Gabriel Cosculluela, 1996
D’autres extraits dans le n° 23 de la revue littéraire Aires : « Insula », poésie canarienne contemporaine (1996)
in Casse n° 19-20
19:05 Publié dans Archives de Casse | Lien permanent | Commentaires (0) | Tags : littérature, culture, poésie
dimanche, 03 décembre 2006
Brèves, de Françoise Valencien (in Casse n° 3 et n° 10)
La veille de la réception, notre ami commence à aménager les lieux : il décroche les tableaux, roule les tapis, gare les objets précieux, verrouille les meubles, distribue les cendriers. Puis abandonne la place.
Des invités, il n'en est pas venu soixante mais près d'une centaine. Quand l'ami retourne chez lui au lendemain de la fête, du verre cassé jonche l'appartement, la cuisine est un cloaque, les sanitaires débordent, et tout le meilleur Champagne en cave a été bu. Bref, l'horreur.
Après trois jours de pénible remise en état, le père grimace. "L'année prochaine... le tour d'un autre, hein ?" "Tu plaisantes, s'étonne la jeune fille. L'appart' le plus grand, c'est le nôtre !"
Certes, mes mâchoires s'affermissent. Mais que faire maintenant contre des flux excessifs d'adrénaline ? Et comment ne pas songer au divorce ? Car mon mari, je le vois bien, s'installe plaisamment dans son rôle.
*
Voici Noël dans la Maison de retrait. Ma très vieille tante ne repose pas dans sa chambre. Où est-elle donc ?? On la cherche partout. Enfin, on la trouve ! Près de la crèche, elle étreint le sapin illuminé, et mâche avec obstination quelque chose. "Il faut pourtant bien que je l'avale !" s'écrie-t-elle gaiement. C'était l'Enfant Jésus.
*
Irène, son mari l'a quittée il y a quelques mois. Chute d'une histoire familiale. Et chute de la jeune femme qui maigrit, se creuse, traîne une dépression sans fin. Un soir son fils, un garçonnet de dix ans, se glisse dans son lit en lui tendant une feuille de papier "Signe !". Et devant l'étonnement d'Irène, "Signe, Maman, je t'en supplie". L'enfant avait maladroitement écrit "je te promets que je ne me tuerai pas".
Irène a ri, a signé. Mais elle s'est suicidée.
*
Notre voisin avait parfaitement apprivoisé le vaste jardin d'à côté : poireaux, salades, fraises, groseilles entouraient l'Arbre, ce cerisier magnifique dont rien que la vue, dans notre quartier bétonné, apaisait. Par un été sec, d'un coup de chaleur, c'est dans son jardin que le voisin est mort. Alors les poireaux sont montés en graines, les fraises se sont biscornues avant de disparaître prestement sous les ronces. De mon petit jardin à moi, j'ai vu tout advenir, jour après jour : les grandes araignées, les frelons, et les limaces, les escargots gras. Les souris, les mulots, les rats ont devancé les taupes, les chats sauvages. La friche est devenue haute et folle, recouvrant un silence suspect. Même les merles, à présent, évitent l'espace abandonné. Mais j'ose à peine dire ce que j'ai entrevu la semaine dernière, m'étant levée plus tôt : dans une froissure d'herbes... un horrible rampant d'écailles et de griffes... Tremblante, je me suis approchée du grillage. Un grand singe agrippé à une branche du cerisier, ricana. Et tout à coup, là, là en dessous, un feulement féroce ! Désormais, je ne sortirai plus de chez moi. Je guette par la fenêtre du salon. J'attends le jour où, dans le jardin d'à côté, se dressera le premier homme.
In Casse n° 3 et n° 10
08:15 Publié dans Archives de Casse | Lien permanent | Commentaires (0) | Tags : Littérature, Culture, Nouvelles et textes brefs